Aún recuerdo perfectamente (y no soy buena con la memoria
a largo plazo) la historia de cómo llegué a conocer la tetería de Crevillente,
Carmen del Campillo, hace ya más de 15 años. Por aquel entonces, mi tía Fina no
paraba de recomendármela, llevaba años hablándome de ella; “nena, que es
preciosa, tienes que ir a verla”. La verdad es que no me imaginaba qué de
especial podría tener una tetería, si además, el té no me hacía mucha gracia.
Un día decidí ir a conocerla, por no oír a mi tía, la
verdad, y recuerdo perfectamente sus indicaciones; “sales de Crevillente hacia
Albatera y en la primera gasolinera que te encuentres a los dos lados de la
carretera, te metes a la derecha. Luego sigues las flechas blancas. Nena, no
tiene pérdida”. Ja!, no-tiene-pérdida son tres palabras que yo no
utilizaría nunca para referirme a Carmen del Campillo. Evidentemente la primera
vez, no llegué, después de estar dos horas dando vueltas, me tuve que volver
para Alicante. Pero la curiosidad ya se había instalado en mi.
Con indicaciones algo más precisas y sin anochecer aún,
volví a intentarlo semanas más tarde. Ese día sí encontré las flechas blancas,
aunque con dificultad, y las seguí hasta lo que me pareció una casa particular,
pero no había duda, tenía que ser allí. Dejamos el coche donde pudimos y
entramos por donde deducimos que era el camino de entrada, hasta llegar a una
gran portada cerrada con rejas. Tan solo una campana y nadie a la vista, la tocamos
y al cabo de unos minutos un hombre con chilaba vino a abrirnos la puerta. Entonces
pasamos y yo entré en estado de shock, me quedé sin aliento durante unos
segundos, no podía creer lo que veía. Un auténtico oasis en medio de la huerta
alicantina.
He decidido no intentar describir cómo es Carmen del
Campillo, es imposible, por muy bien que lo hiciera nunca lograríais
imaginároslo, siempre es más precioso de lo que puedas pensar. Es mágico. Creo
que las fotografías hablan por sí mismas, pero tan solo son un aperitivo. La
experiencia de pasear por sus jardines y sus miles de rincones no se puede
experimentar a través de la pantalla.
Al más puro estilo de mi tía Fina, lo único que me queda
es insistiros mucho en que vayáis a conocerla. Eso sí, muchas cosas han
cambiado desde entonces; la tetería ahora es más bonita aún, si cabe, pero ya
disponen de página web con buenas indicaciones de cómo llegar, y seguramente un
parking lleno de coches te indique que has llegado y varias personas te
acompañen en el camino hasta la entrada, porque ahora su “encanto secreto” se
ha perdido, pero su belleza sigue intacta.
Carmen del Campillo está entre Crevillente y Albatera (Alicante).
* A no ser que se indique lo contrario en el pie de foto, todas las fotografías son de re-comiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario